Aunque durante mucho tiempo las nanomáquinas, dispositivos de tamaño microscópico, han sido vistas como una mera fantasía digna de una saga de ciencia ficción cualquiera, en estos momentos son una realidad y podrían convertirse dentro de unos años en la próxima revolución científica, con una importancia quizá comparable a la teoría evolutiva de Darwin o a la doctrina de la neurona de Cajal.
En este caso, no se trata de nanomáquinas per se, sino de xenobots, robots vivos con un tamaño de milímetros creados a partir de células madre de los embriones de ranas africanas. El nombre de estos "organismos" se debe a la especie de rana Xenopus laevis, de la que proceden las células utilizadas. Esta investigación ha sido llevada a cabo por los científicos de dos universidades estadounidenses, Vermont y Tufts.
Los primeros se encargaron de crear infinidad de diseños utilizando, con un supercomputador, un algoritmo evolutivo (basado en la teoría de la evolución) para después aplicarles las reglas básicas de la biofísica y así conocer los límites de las células cardiacas y de la dermis. De esta forma eligieron a los mejores organismos simulados y se desechó al resto.
Tras esto, en la universidad de Tufts recolectaron las células al principio mencionadas, las separaron e incubaron y finalmente volvieron a ensamblarlas mediante unas pinzas y un electrodo, ambos de un tamaño ínfimo, siguiendo el modelo diseñado mediante el superordenador.
Estas células recién creadas comenzaron, de forma coordinada, a realizar la función que se les había asignado mediante los algoritmos: las células de la piel mostraron un carácter más estructural, mientras que las del corazón eran capaces de realizar un movimiento unidireccional ordenado. Además, los xenobots son totalmente biodegradables y, al cabo de siete días, terminan convirtiéndose en simples células muertas.
Este es un descubrimiento verdaderamente innovador; ya que los xenobots presentan formas y estructuras que no han sido observadas en ningún otro organismo, unido al hecho de que a su vez presentan patrones propios para organizarse de forma autónoma, por lo que pueden moverse sin ser controlados de manera directa.
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