El estudio dirigido por el inmunólogo Ming Li no negó el papel de este efecto en la proliferación celular, pero añadió a un nuevo elemento: la quinasa PI3, molécula de señalización clave en el metabolismo celular. Además también ha señalado a una poderosa enzima que puede activar a la quinasa PI3. A su vez, esta molécula es el origen de la "energía" de las células cancerosas. Gracias a este descubrimiento se destapa un secreto centenario que nos muestra dónde esas células cancerosas sienten la necesidad para multiplicarse y expandirse.
Las células T son las protagonistas del estudio y estas, al igual que las cancerosas, dependen del efecto Warburg para funcionar, pero no son el final del proceso. Los resultados del proceso de fermentación daban lugar a la creación de ATP, combustible que da fuerza a la quinasa PI3.
Como resultado, el proceso comienza con la transmisión de la señal que proporciona energía a la celda y también proporciona energía al resto de elementos, permitiendo el ciclo, manteniendo al organismo y al sistema inmunológico en funcionamiento.Li explicó que las células cancerosas pueden emplear el efecto Warbug como forma de mantener la actividad de esta vía de señalización, asegurando su crecimiento y división continua. Se espera que los médicos puedan frenar el la propagación del cáncer bloqueando el interruptor de Warbug: la actividad de LDHA.
Gracias a la nueva información podrían llegar desarrollarse nuevos tratamientos que se centrarían en las moléculas de quinasa PI3 o en la producción de ATP del efecto Warburg, para regular el crecimiento del cáncer.
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