La sepia es capaz de tener delante una comida y esperar si sabe que va a recibir otra mejor, además los ejemplares que son capaces de esperar más tiempo obtienen mejores resultados en una prueba de aprendizaje.
En un estudio del Laboratorio de Biología Marina se trató de observar si las sepias eran capaces de comer menos cangrejos si sabían que después iban a recibir gambas, ya que prefieren esta últimas. Se observó así que la sepia es capaz de retrasar su gratificación y esperar a tener la mejor comida, sin dejarse tentar por la que tienen delante.
Para demostrar esto, nos dice la autora principal del estudio, Alexandra Schnell, "Usamos una versión adaptada de la prueba de malvaviscos de Stanford, en la que los niños pueden elegir recibir una recompensa inmediata o esperar para ganar una recompensa tardía pero mejor". Las sepias en este estudio fueron capaces de esperar la mejor recompensa, son retrasos de 50-130 segundos, un tiempo comparable al que pueden aguantar los chimpancés.
Este estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B, ha sido el primero en el que se ha conseguido vincular autocontrol e inteligencia en seres distintos de humanos y chimpancés.
En el experimento se entrenó a las sepias para asociar una señal visual con una recompensa de comida, invirtiendo después la situación. Las sepias que aprendieron más rápido la asociación dieron resultados mejores al autocontrolarse.
Aún no se sabe porque la sepia ha desarrollado esta capacidad de autocontrol. Ya que se piensa que la gratificación retrasada de los seres humanos fortalece los lazos sociales en los individuos y puede ser una función de los animales constructores de herramientas, pero la sepia no construye herramientas ni es una especie social. Los investigadores piensan que puede ser un subproducto de la necesidad de la sepia de camuflarse para sobrevivir.
Las sepias pasan casi todo el tiempo camuflándose, rompen el camuflaje cuando se alimentan y durante cortos períodos, en los que creen que es menos peligrosos, lo que puede haber hecho que desarrollen como subproducto esta cualidad.
Este hallazgo es un ejemplo de evolución convergente, en el que historias evolutivas completamente distintas han llevado desarrollar la misma característica.
Fuentes: La Vanguardia, Europa Press
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