Una combinación de mutaciones genéticas podría explicar esta incidencia alta de la leucemia entre los niños latinos, y una novedosa terapia podría remediar esa disparidad, según un estudio publicado por la revista Leukemia.
Los investigadores del Colegio de Medicina en la Universidad Estatal de Pensilvania se centraron en el hecho de que los niños hispanos y latinos son de 1,2 a 1,75 veces más propensos a desarrollar leucemia linfoblástica aguda, que los no hispanos. Asimismo, este tipo de estudios indica que los niños latinos tienen una tasa de mortalidad por este cáncer de un 40% más alta que los no hispanos.
El equipo científico estudió los casos de 239 pacientes pediátricos con este tipo de cáncer, en el hospital de Los Ángeles, y encontró dos tipos de mutaciones genéticas que ocurren con más frecuencia en niños hispanos. Una de estas mutaciones es la supresión del gen IKZF1, el cual contiene la información genética para que las células produzcan la proteína IKAROS. La otra mutación es un cambio en la ubicación del gen, con instrucciones para la producción de la proteína CRLF2.
Los niños hispanos, en comparación con los no hispanos, presentan una pérdida del gen IKZF1 dos veces mayor, lo que hace que esta sea la mutación más común. Además, presentan una incidencia cuatro veces mayor en el cambio de CRLF2 con respecto a los no latinos. Estas mutaciones dan una pista a los científicos para poder entender mejor esta disparidad en el cáncer infantil.
Con estos datos, los científicos desarrollaron una terapia que comienza con el uso de medicamentos que restablecen la función IKAROS, inhibiendo otra proteína llamada caseína quinasa 2 (CSNK2). Cuando se impide que la CSNK2 realice su función, IKAROS puede impedir la producción de la proteína mTOR, la cual puede provocar una resistencia frente a la quimioterapia y a los pronósticos más graves, si se encuentra en abundancia.
Los investigadores usaron también un compuesto llamado rapamicina para desactivar la proteína mTOR ya presente en células cancerosas.
En pruebas hechas con células cancerosas de pacientes latinos y de animales de laboratorio, encontraron que la combinación de ambos medicamentos resultó más efectiva contra la leucemia que el uso de cada uno de ellos por separado. Estos estudios prepararon el terreno para una prueba clínica de Fase 1 con pacientes humanos.
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