Según el trabajo realizado por el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM- CSIC) junto con el Instituto de Investigaciones pescaderas de Qingdao en China, se ha llegado a la conclusión de que debido las olas de calor y las elevadas temperaturas debidas al cambio climático ocurridas en las primeras fases de desarrollo de los peces, provoca alteraciones en los niveles de metilación del ADN de estos, que podrán dejar marcas epigenéticas permanentes cambiando así su forma de interactuar con el medio externo que les rodea y cambios en el metabolismo.
La realización del estudio consistió en aumentar la temperatura del agua 3,6 Cº más de lo habitual en los tanques donde se encontraban los peces, en concreto lubinas (Dicentrarchus Labrax) pero estas condiciones solo se mantuvieron durante los dos primeros meses de vida de estos, posteriormente las condiciones volvieron a su normalidad y los resultados que los investigadores obtuvieron fueron sorprendentes, notaron cambios a nivel molecular durante tres años.
La investigadora que trabaja actualmente en The New Zealand Institute for Plant and Food Research, Dafni Anastasiadi, ha declarado que únicamente depende de la fase en la cual ocurra la modificación de temperatura, es decir, solo si ocurre en las primeras fases de desarrollo del pez, este presentara cambios moleculares que podrían determinarse como permanentes. Estos cambios notables se encuentran en los tejidos con distinto origen embrionario, como por ejemplo el cerebro, originario del ectodermo ( capa externa de la grástula del embrión de los metazoos, que deriva de la piel, uñas, plumas y sistema nervioso), los músculos y los testículos procedentes del mesodermo (una de las 5 capas del embrión)
y el hígado formado a partir del endodermo (capa interna de la grástula del embrión en metozoos)
Este cambio podría usarse como programas de vigilancia de los impactos que genera el calentamiento global ya que estos generan marcas epigéneticas porque se superponen en la secuencia de ADN en las lubinas debido a que se forman por encima de su material genético en zonas concretas del genoma.
Debido a dichos mecanismos se encuentran en todos los animales esto podría servir para monitorizar no solo a los peces, sino a más especies que generen cambios en su material genético debido a las modificaciones del exterior.
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