El estudio es obra de científicos de la Universidad de Granada (UGR), el Consejo Superior de Investigaciones Científicos (CSIC) y el Hospital Virgen de las Nieves de Granada.
Mediante el análisis de secuencias de ARN, en la investigación se ha analizado y descrito la microbiota potencialmente funcional que habita en el útero de mujeres sanas.
Como explica Alberto Sola-Leyva, investigador predoctoral de la Universidad de Granada y primer autor del estudio, "pocos tejidos de nuestro cuerpo, si es que hay alguno, son totalmente estériles. La mayoría tienen una microbiota propia, es decir, una comunidad de microorganismos que habitan un sitio definido".
La mayor parte de las comunidades bacterianas presentes en el ser humano coexisten sin ocasionarnos daños y de hecho tienden a resultar beneficiosas. Sin embargo, un desequilibrio en esta relación puede desembocar en una enfermedad. En el contexto de la fertilidad y la reproducción humanas, se conoce bastante bien que la vagina posee una microbiota altamente activa. Pero es que, hasta hace muy poco, se asumía que el útero humano era un medio completamente estéril.
Los investigadores en su trabajo describen la composición de los microorganismos activos que habitan en el útero de mujeres sanas, y sugieren las rutas metabólicas donde podrían participar. Además, han determinado que la composición de estos microorganismos fluctúa a lo largo del ciclo menstrual.Hasta ahora se sabía que el útero contiene secuencias de ADN bacteriano, pero se desconoce si estos trozos de material genético microbiano son restos de degradación o hay microbios funcionalmente activos.
Entre las actividades que desempeñan los microorganismos dentro del útero, los resultados del estudio demuestran que, durante la fase menstrual en la que se implanta el embrión, están involucrados en la biosíntesis de prostanoides y el metabolismo del L-triptófano, ambos cruciales para que se establezca el embarazo.
"El avance en el conocimiento del microbioma uterino puede suponer la identificación de biomarcadores microbianos mínimamente invasivos y una mejora en los tratamientos ginecológicos con implicaciones clínicas y terapéuticas a nivel uterino hoy desconocidas", concluyen los autores del estudio.
Fuente: Noticias de la Ciencia
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