CÉLULAS INMUNITARIAS CULPABLES DEL RECHAZO DE LOS TRANSPLANTES

Las células T de memoria no circulantes, contribuyen al rechazo crónico de trasplantes aunque su principal función es proporcionar protección local contra la reinfección. Son residentes en tejidos y son dañinas en las situaciones en las que los antígenos que las células reconocen están presentes en el cuerpo durante mucho tiempo, como en los casos de un trasplante de órganos o tejidos.

Este importante hallazgo ha sido un paso esencial para mejorar las terapias para ayudar a prevenir el rechazo de órganos en los receptores de trasplantes, fue publicado por Science Immunology.

El coautor principal Martin Oberbarnscheidt, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh explica que estas células cumplen una importante función de vigilancia. A lo que añade que si estas células se encuentran con el mismo patógeno más de una vez, ayudan a eliminarlo rápidamente. Pero el estudio de estas células en trasplantes nos brinda una oportunidad única de ver qué sucede cuando el antígeno persiste. Un nuevo trasplante de órgano es una gran parte de tejido que, a diferencia de una infección, permanece en el cuerpo durante mucho tiempo.

Desde hace mucho tiempo ha sido sabido por inmunólogos y cirujanos que las células T desempeñan un papel fundamental en el rechazo agudo de un órgano trasplantado. Pero hasta ahora, no se había identificado el papel que desempeñaban  en el rechazo de trasplantes. 

Khodor Abou-Daya afirma que las células T de memoria residente pasan de ser protectoras contra una infección, a un problema de trasplante mientras luchan contra un órgano que salva vidas.

Los investigadores usaron un modelo de ratón de trasplante de riñón para demostrar que con el tiempo las células T activadas que se infiltran en un órgano trasplantado se transforman en células T de memoria residentes. Además los investigadores descubrieron que si unían la circulación sanguínea de dos ratones que habían recibido idénticos trasplantes de riñón, las células T de memoria formadas en órganos trasplantados no viajan de un ratón a otro.

Si un riñón trasplantado se extraía y se volvía a trasplantar a otro ratón, las células T de memoria residentes permanecían en el riñón trasplantado y no iban a ningún otro lugar del cuerpo del receptor, lo que establece que estas células residen en el tejido de forma permanente. 

Es importante que estas células T no se agotaron como suele pasar con las infecciones. Seguían siendo funcionales, proliferando y produciendo señales que sostenían una respuesta inmunitaria prolongada. Además, su formación precipitó el rechazo del injerto renal.

Los investigadores creen que dirigiéndose directamente a estas células podría mejorar los resultados de los trasplantes clínicos y al mismo tiempo preservar la capacidad del sistema inmunológico para combatir infecciones, reduciendo los efectos secundarios de las terapias inmunosupresoras sistémicas actuales.

Fuente: ABC, The world news

Comentarios