A finales de 2020 empezaron a surgir variantes del SARS-CoV-2 y con ello la preocupación de que pudieran evitar las respuestas inmunitarias protectoras generadas por una infección o vacunación previa.
Los investigadores del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) empezaron a estudiar esta posibilidad. Para ello, analizaron muestras de células sanguíneas de 30 personas que se habían contagiado y se habían recuperado del COVID-19 antes de la aparición de variantes del virus. Lograron descubrir que un actor clave en la respuesta inmune al SARS-CoV-2, la célula T CD8+, permanecía activo contra el virus.
El equipo de investigación estuvo dirigido por Andrew Redd, Ph.D. del NIAID, y se incluyeron a científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, la Facultad de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins y la empresa ImmunoScape.
Los investigadores se preguntaron si las células T CD8+ en la sangre de los pacientes ya recuperados del virus inicial, podían reconocer tres variantes del SARS-CoV-2: B.1.1.7, detectada por primera vez en el Reino Unido; B.1.351, original de la República de Sudáfrica; y B.1.1.248, localizada por primera vez en Brasil.
Cada variante muestra mutaciones en todo el virus, pero sobre todo, en la región de la proteína de pico del virus que utiliza para adherirse y entrar en las células. Las mutaciones en esta región podrían hacerla menos reconocible para las células T y los anticuerpos neutralizantes, producidos por las células B del sistema inmunológico tras una infección o vacunación.
Aunque aún son desconocidos los detalles sobre los niveles exactos y la composición de las respuestas de anticuerpos y células T que se necesitan para alcanzar la inmunidad al SARS-CoV-2. Los científicos asumen que se requieren respuestas fuertes y amplias tanto de los anticuerpos como de las células T para una respuesta inmune efectiva. Los linfocitos T CD8+ limitan la infección reconociendo partes de la proteína del virus presente en la superficie de las células infectadas y destruyendo esas células.
En el estudio de pacientes con COVID-19 recuperados, se determinó que las respuestas de células T CD8+ específicas del SARS-CoV-2 permanecían la mayoría intactas y podían reconocer casi sin problema todas las mutaciones de las variantes estudiadas. Si bien se necesitan estudios más amplios, los investigadores señalan que sus hallazgos sugieren que la respuesta de las células T en los individuos recuperados, y muy probablemente en los vacunados, no se ve afectada por las mutaciones encontradas en estas tres variantes y debería ofrecer protección contra futuras variantes.
La inmunidad óptima al SARS-Cov-2 seguramente requiera de fuertes respuestas de células T multivalentes además de anticuerpos neutralizantes y otras respuestas para proteger contra las cepas del SARS-CoV-2 actuales y emergentes.
Por último, destacaron la importancia de controlar la amplitud, magnitud y durabilidad de las respuestas de células T en individuos recuperados y vacunados, con el fin de determinar si en un futuro serían necesarias vacunas de refuerzo.
Fuentes: ConSalud, Milenio
La inmunidad óptima al SARS-Cov-2 seguramente requiera de fuertes respuestas de células T multivalentes además de anticuerpos neutralizantes y otras respuestas para proteger contra las cepas del SARS-CoV-2 actuales y emergentes.
Por último, destacaron la importancia de controlar la amplitud, magnitud y durabilidad de las respuestas de células T en individuos recuperados y vacunados, con el fin de determinar si en un futuro serían necesarias vacunas de refuerzo.
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