LA RESISTENCIA A LOS ANTIBIÓTICOS, LA PANDEMIA SILENCIOSA

La OMS la llama una pandemia silenciosa, la resistencia de las bacterias a los antibióticos es un problema creciente que da lugar a superbacterias con un gran poder de adaptación que implican una amenaza para la seguridad sanitaria y la estabilidad de las economías. Todo ello bajo la advertencia de que no hacer nada podría causar 10 millones de muertes en 2050, más del doble que el provocado por el Covid en 2020.

Frente a este panorama son las Pymes y las instituciones científicas las que echan un pulso a una cuestión que se dibuja como la siguiente gran epidemia y que pone a prueba la capacidad de ingenio de emprendedores e investigadores, mientras buscan una financiación que podría ser la diferencia entre contar con planes de prevención en plena era postantibiótica o esperar a llegar a una situación, in extremis, y con la guardia baja.

La resistencia a los antibióticos es la habilidad que tienen algunos microorganismos, como bacterias, a sobrevivir en presencia de antibióticos que antes inhibían su crecimiento, y ahora ya no lo hacen. De tal manera, que si uno tuviera una infección de una bacteria resistente y tomase un antibiótico, esta infección no se curaría. Es algo natural fruto de la evolución de las bacterias y de las mutaciones seleccionadas por el abuso de los antibióticos por parte del ser humano.

La excesiva prescripción de antibióticos, su utilización desregularizada como promotores del crecimiento para los animales en las granjas o como forma de prevención ante enfermedades del ganado, especialmente en países fuera de la Unión Europea como China o la India; la adquisición sin receta en las farmacias, y también su uso en el tratamiento de las plantas mediante el uso de antibióticos en los pesticidas, unido a una falta de comprensión del público, en general, sobre el uso inteligente de los medicamentos, fomenta la resistencia.

El resultado supone que incluso para los antibióticos más potentes, como las colistinas y las carbapenemas, que son considerados el último recurso, empiezan a resultar poco efectivos ante las bacterias resistentes. Un escenario preocupante para el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, ya que estos patógenos harían peligrosa desde la quimioterapia, porque podrían colonizar en ámbitos hospitalarios a los pacientes inmunodeprimidos hasta las operaciones en quirófano, poniendo en peligro la vida de los recién nacidos por sepsis, infectando a su paso sondas, pulmones o el tracto urinario de una persona.

Una amenaza que también afecta a la economía porque, según el científico Álvaro San Millán del CSIC, «el gasto médico que supone este problema es enorme, ya que adquirir una bacteria resistente en una UCI dobla el riesgo de mortalidad, alarga el tiempo de estancia en el hospital y requiere de mayores tratamientos. Todo eso se cifra en 40.000 millones de dólares al año». Con unas pérdidas económicas de 85 billones de dólares en PIB y 23 billones en exportaciones mundiales para 2050.

Fuente: ABC

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