La proteína PrimPol, ayuda a la célula a sobrevivir a las lesiones que causa la quimioterapia, por lo que al desactivarla se podrán obtener mejores resultados en el tratamiento oncológico.
La molécula de ADN alberga los genes que dirigen la vida de la célula, estando compuesta por dos hebras entrelazadas, la famosa doble hélice. Para que las instrucciones escritas en los genes puedan ser leídas por la maquinaria celular, las dos hebras del ADN deben poder separarse y juntarse de nuevo, como una cremallera que se abre y cierra. Si esto no ocurre, la célula no puede funcionar ni, desde luego, replicarse. Por eso las lesiones que impiden la separación de las hebras del ADN son de las más graves que puede sufrir una célula. Se llaman entrecruzamientos intercatenarios o ICL. Las lesiones ICL pueden aparecer de manera natural, por el propio metabolismo celular, o como consecuencia de determinados tóxicos, como en la quimioterapia. El cisplatino, usado en el tratamiento de los cánceres de ovario y pulmón, entre otros, elimina las células tumorales induciéndoles lesiones ICL.
Normalmente las proteínas que copian el ADN se bloquean al detectar defectos en la doble hélice, y si el bloqueo es prolongado la célula acaba muriendo. Pero PrimPol consigue que la lectura del ADN se reinicie después del fallo. PrimPol, ofrece una solución inmediata para evitar el bloqueo, dando a la célula la oportunidad de reparar el fallo en el ADN más adelante. El nuevo trabajo se concentra en la función de PrimPol cuando el fallo es una lesión ICL. Los investigadores hallan que PrimPol es necesaria para la fase de copiado del ADN que precede a la reparación de la grapa en las hebras de ADN. Gracias a la participación de esta proteína, la célula no solo sobrevive a las lesiones ICL, sino que además moviliza a la maquinaria encargada de repararlas.
Los investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) descubrieron que el PrimPol, es capaz de reparar las células tras recibir quimioterapia, burlando el efecto del tratamiento oncológico. PrimPol pertenece a una familia de proteínas llamadas “primasas” que apareció muy pronto en la Evolución de la vida y hoy sigue presente en muchísimas especies. Ahora estudian usar ese conocimiento para potenciar los tratamientos oncológicos, sin embargo hasta la fecha, no disponen de datos clínicos para determinar si el control del PrimPol ayudará al tratamiento en todos los tipos de cáncer.
Algunos estudios celulares han demostrado que el cáncer de ovario, que es tratado con cisplatino puede ser más sensible a la inhibición de PrimPol, a pesar de que ¨es difícil de predecir¨ cuándo la información alcanzada permitirá contar con una solución específica, el investigador destaca que el trabajo ha identificado el mecanismo molecular de PrimPol en respuesta a lesiones en el ADN inducidas por quimioterapia, y el camino hasta posibles tratamientos suele necesitar varios años. En estos momentos se está intentando identificar y desarrollar un inhibidor de PrimPol que sea específico, eficaz y seguro, y que pase los controles preclínicos.
El siguiente paso a dar, será disponer de un inhibidor específico y con características farmacológicas que permitan su uso en pacientes. También se plantea el problema de que afecte a las células normales, no tumorales, y tenga efectos secundarios. Afortunadamente, PrimPol no es un gen esencial y se trabaja con la hipótesis de que la inhibición de PrimPol afecte especialmente a las células tumorales que ya portan otras mutaciones que las hacen más vulnerables.
El siguiente paso a dar, será disponer de un inhibidor específico y con características farmacológicas que permitan su uso en pacientes. También se plantea el problema de que afecte a las células normales, no tumorales, y tenga efectos secundarios. Afortunadamente, PrimPol no es un gen esencial y se trabaja con la hipótesis de que la inhibición de PrimPol afecte especialmente a las células tumorales que ya portan otras mutaciones que las hacen más vulnerables.
La molécula de ADN alberga los genes que dirigen la vida de la célula, estando compuesta por dos hebras entrelazadas, la famosa doble hélice. Para que las instrucciones escritas en los genes puedan ser leídas por la maquinaria celular, las dos hebras del ADN deben poder separarse y juntarse de nuevo, como una cremallera que se abre y cierra. Si esto no ocurre, la célula no puede funcionar ni, desde luego, replicarse. Por eso las lesiones que impiden la separación de las hebras del ADN son de las más graves que puede sufrir una célula. Se llaman entrecruzamientos intercatenarios o ICL. Las lesiones ICL pueden aparecer de manera natural, por el propio metabolismo celular, o como consecuencia de determinados tóxicos, como en la quimioterapia. El cisplatino, usado en el tratamiento de los cánceres de ovario y pulmón, entre otros, elimina las células tumorales induciéndoles lesiones ICL.
El ICL es un enlace químico entre las dos cadenas, una especie de grapa que impide su separación. Si la célula intenta dividirse, los cromosomas se terminan rompiendo. La célula, sin embargo, sabe reparar esas lesiones, que de hecho solo resultan letales cuando su frecuencia es muy alta lográndolo en parte gracias a PrimPol.
Normalmente las proteínas que copian el ADN se bloquean al detectar defectos en la doble hélice, y si el bloqueo es prolongado la célula acaba muriendo. Pero PrimPol consigue que la lectura del ADN se reinicie después del fallo. PrimPol, ofrece una solución inmediata para evitar el bloqueo, dando a la célula la oportunidad de reparar el fallo en el ADN más adelante. El nuevo trabajo se concentra en la función de PrimPol cuando el fallo es una lesión ICL. Los investigadores hallan que PrimPol es necesaria para la fase de copiado del ADN que precede a la reparación de la grapa en las hebras de ADN. Gracias a la participación de esta proteína, la célula no solo sobrevive a las lesiones ICL, sino que además moviliza a la maquinaria encargada de repararlas.
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