En un ensayo clínico, pacientes con obesidad y con cáncer de próstata se sometieron a un entrenamiento regular durante doce semanas, los investigadores tomaron muestra de sangre antes y después del programa de ejercicios y posteriormente las aplicaron directamente sobre las células vivas del cáncer de próstata.
El supervisor del estudio, el profesor Robert Newton, señala que los resultados cooperan a la explicación de por qué la enfermedad progresa más lentamente en los pacientes que practican ejercicio.
Jin-Soo Kim, líder de la investigación, afirma que, aunque estas proteínas podían indicar que las células cancerígenas crecieran más despacio o que incluso se detuvieran por completo, eran incapaces de matarlas por si solas. Aunque las mioquinas pueden juntarse con otras células de la sangre para luchar activamente contra el cáncer. Todos los participantes en el estudio eran obesos, el entrenamiento les permitió mantener la masa magra mientras perdían masa grasa.El estudio se centró en el cáncer de próstata, por ser el más frecuente entre los hombres y por el elevado número de muertes de pacientes, pero el profesor Newton afirma que creen que ese mecanismo es aplicable a todos los tipos de cáncer.
La ECU está llevando a cabo otros estudios, incluido un ensayo en el que los pacientes con cáncer de próstata en fase avanzada se someten a un programa de ejercicios de seis meses. Aunque los resultados aún están pendientes, el profesor Newton adelanta que los resultados preliminares son alentadores.
Fuentes: Cancer.Net, El Mundo
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