DE CAMINO A LA FOTOSÍNTESIS ARTIFICIAL

Para sobrevivir, a las plantas les basta con la energía de la luz solar agua y aire, gracias a la fotosíntesis. Un grupo de científicos europeos liderados por el Instituto Catalán de Investigación Química, en Tarragona, se propone reproducir este proceso artificialmente. De llegar a conseguir esto, habrán hallado una nueva fuente de energía renovable y que no genere gases de efecto invernadero, uno de las principales causas del calentamiento global. El principal inconveniente de esto es que la energía solar, necesaria para realizar la fotosíntesis, no se puede producir bajo demanda.

En estos momentos, solo es posible guardar la electricidad en baterías, pero son grandes y pesadas, además de tener autonomía limitada. Buscando una solución más eficiente. Los investigadores han decidido simular a las plantas, expertas en almacenar energía procedente del sol. Los científicos de este Instituto Catalán afirman haber creado un prototipo capaz de hacer fotosíntesis, que con la energía solar transforma dióxido de carbono y agua en combustible.

Cuando la luz solar llega a las hojas, unos componentes especializados aprovechan la energía para robarles electrones e hidrógeno a las moléculas de agua. Estos se utilizan para fabricar azúcares a partir del dióxido de carbono del aire. Los azúcares son simplemente una manera más de almacenar energía en forma de enlaces químicos entre las moléculas, las plantas cogen esos azúcares para desarrollarse y crecer cuando el sol se va.

En esta fotosíntesis artificial, la energía del sol servirá para producir combustibles como gas natural. Al consumirlo, el dióxido emitido por su quema es contrarrestado con el que se usa para su producción, por lo que el ciclo no genera emisiones netas, a diferencia de lo que ocurre con los combustibles fósiles, como el petróleo, carbón... La forma más realista de utilizar este aparato, será para la producción local de combustibles a pequeña escala, por ejemplo en algunos lugares remotos, en gasolineras o fábricas. 

Como mencionamos anteriormente, estos combustibles son de cero emisiones, es decir, tienen una huella de carbono casi nula. Aunque el dióxido de carbono sea el gas de efecto invernadero más importante por su abundancia, su concentración es diminuta comparada con otros gases. La fotosíntesis artificial tiene como objetivo a corto plazo aprovechar ese dióxido directamente de lugares donde se produce más. El prototipo tendrá la forma y tamaño de una lata de refrescos.

La comisión europea ha concedido ocho millones de euros a este proyecto, llamado A-LEAF. Está formado por un consorcio de trece grupos de investigadores de ocho países distintos de Europa, entre los que se encuentra España, coordinados por el profesor valenciano Galán-Mascarós. Cada uno de estos grupos es experto y desarrollar en cada una de las piezas de este rompecabezas que tienen que completar para que este proyecto se haga real.

Tienen por delante cuatro años de investigación para diseñar un prototipo que integre todas las reacciones químicas necesarias para la fotosíntesis, que de momento ya han logrado que funcione por separado. Este estará formado por silicio, carbono, hierro y cobre; materiales baratos y fáciles de obtener. Esta fotosíntesis será "productiva" en unos 15 o 20 años.

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