ALGA EUCARIOTA QUE CAMBIÓ EL RUMBO EVOLUTIVO DE LA TIERRA

Antiguamente, en los orígenes del Sistema Solar, la Tierra no tenía oxígeno. Después de milenios de ajustes evolutivos las condiciones climáticas y ambientales se adaptaron para dar pie a organismos más complejos. Uno de los primeros pasos para llegar a ello fue la aparición de algas fotosintéticas.

Científicos de la Universidad de Liège aseguran haber encontrado indicios de clorofila en un fósil de alga muy antiguo conservado en esquistos de la cuenca del Congo. Este descubrimiento, publicado en la revista Nature, ha permitido identificar sin ambigüedades uno de los primeros organismos eucariotas fototróficos del registro fósil. Esta investigación abre nuevas perspectivas en el estudio de la diversificación de eucariotas dentro de los primeros ecosistemas, según sus autores. 

La aparición de la fotosíntesis es un paso fundamental en la evolución de los eucariotas y, por tanto, de la vida, ya que ha modificado profundamente los ecosistemas terrestres y ha evitado que la complejidad de la Tierra se hubiera limitado a bacterias. Aunque los relojes moleculares (una técnica utilizada por los biólogos para fechar la distancia temporal entre dos especies a partir de su ancestro común) predicen esta aparición durante el Proterozoico, los científicos han encontrado muy pocos datos inequívocos de microfósiles de eucariotas fotosintéticos.

Además, la presencia de clorofila en estos restos fósiles da nueva evidencia sobre la aparición de mecanismos fotosintéticos sobre la superficie terrestre. Con la producción de oxígeno, la atmósfera terrestre se volvió propicia para la vida de organismos aeróbicos. A diferencia de las células y bacterias, que pueden subsistir sin respirar oxígeno, los animales sólo pueden subsistir con oxígeno. La fotosíntesis permitió que estos organismos más complejos aparecieran sobre nuestro planeta.

La metodología de investigación fue asimismo innovadora, bajo el liderazgo de Marie Catherine Sforna, del Laboratorio de Evolución y Rastros de Vida Temprana. Con su enfoque, será posible entender mejor la evolución de las células eucariotas, claves para entender la vida como la conocemos actualmente. Utiliza fluorescencia y absorción de rayos X sincrotrón para identificar el metabolismo fototrófico (relacionado con los organismos vivos que obtienen su energía de la luz) de los primeros eucariotas en el registro fósil, conservados como compresiones carbonosas en esquistos de la cuenca del Congo en la República Democrática del Congo.

En concreto, han identificado geoporfirinas de níquel conservadas in situ en las células de un eucariota multicelular que tiene alrededor de mil millones de años: Arctacellia tetragonala.

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