En 1999, el investigador John Priscu, de la Universidad Estatal de Montana, en Bozeman (EE.UU.), dirigió una investigación que sorprendió al mundo al hallar vida en el hielo de la Antártida, a 3.600 metros de profundidad. En 2013, una expedición dirigida por este investigador logró perforar el hielo y alcanzar el agua del lago Whillans, a 800 metros de profundidad, y encontrar la presencia de multitud de microbios. Ya este miércoles, Priscu volvió a Estados Unidos después de perforar el hielo sobre el lago Mercer, a 600 kilómetros del polo sur, y de encontrar una gran abundancia de microorganismos en su agua. Los trabajos de esta última expedición serán fundamentales para entender cómo es la vida bajo la Antártida, y cómo podría ser en mundos como Europa.
«Todavía tenemos muchos datos que procesar, pero puedo decir que estamos encantados de comprobar que el lago alberga alrededor de 10.000 bacterias por mililitro de agua», ha explicado Priscu a ABC. Además de investigador en la Universidad Estatal de Montana, dirige el equipo « Subglacial Antarctic Lakes Scientific Access» (SALSA), para estudiar los lagos subglaciales.
Aunque en el agua de los océanos puede haber 100 veces más microorganismos, es sorprendente que la vida sea tan abundante en este mundo perdido, situado bajo una corteza de hielo de kilómetros de espesor, sumido en la oscuridad, el frío y las altas presiones. ¿Por qué debería importarnos? Porque esto indica que hay muchos seres vivos viviendo bajo el hielo de la Antártida, un continente una vez y media más extenso que Estados Unidos y que alberga más de 400 lagos subglaciales. También nos dice que la vida podría ser capaz de existir en Marte o en las lunas heladas del Sistema Solar, y que quizás deberíamos mandar naves para buscarla.En el lago Mercer las bacterias son tan abundantes que, según Priscu, es incluso posible que haya animales, como tardígrados (también conocidos como osos de agua): «Vamos a echar un buen vistazo en busca de organismos superiores, como animales... Pero no lo averiguaremos hasta dentro de un par de meses», ha dicho en una entrevista para Livescience.
Además de eso, los investigadores están haciendo estudios para comparar las características de los dos únicos lagos subglaciales explorados en la Antártida, el Whillans y el Mercer. En concreto, en esta última ocasión extrajeron testigos de sedimentos, analizaron la naturaleza de la materia orgánica y estudiaron la presencia de metano, entre otras cosas.
Hacer esta investigación ha sido muy difícil: «No nos metimos en este negocio porque fuera fácil», ha reconocido John Priscu. Un equipo de 25 científicos se desplazó a la Antártida para hacer un pozo de 30 centímetros de diámetro y 1.068 metros de profundidad en el hielo. «Hicieron falta casi cuatro días para poner el taladro a funcionar y realmente pensamos que no íbamos a lograrlo», ha recordado el investigador. Finalmente, lograron recoger 60 litros de agua del lago, que se encontraron a una temperatura de -0,6 °C, y perforar los sedimentos de la corteza continental situada debajo, en la parte inferior de una capa de agua de 15 metros. Por último, introdujeron un rover de exploración y tomaron imágenes en la oscuridad.
Aunque la investigación aún está en sus fases iniciales, los científicos ya han descubierto varios hechos sorprendentes. Por ejemplo, que el agua tiene altas concentraciones de gas y de burbujas, y que en los sedimentos hay microfósiles que indican que el océano invadió el área hace más de un millón de años.
En general, Priscu considera que el complejo de 400 lagos que existe en la Antártida forma un ecosistema único, situado entre el hielo y la corteza continental. «Siempre he propuesto que toda la placa de hielo es como un gran humedal, con ríos y lagos», dijo Priscu en Livescience.
Paradójicamente, si la superficie de la Antártida es el lugar más frío y seco del planeta, su interior es también la mayor reserva de agua dulce de la Tierra, con el 70 por ciento de toda ella. «Sencillamente, no tiene sentido que no haya vida ahí abajo. Y ahora lo hemos demostrado», según Priscu. Y no solo eso: este punto es también, en opinión de este investigador, «el mejor análogo para nuestros trabajos en el Sistema Solar». Esto será crucial para entender, por ejemplo, qué tipo de vida existe o existió en Marte.
Con todo, las profundidades de la Antártida se conocen menos que el propio planeta Marte. Quizás por eso una de las cosas más esperadas es explorar el lago Vostok. Esta inmensa masa de agua, de 5.400 kilómetros cúbicos y 1.000 metros de profundidad, está situada bajo una capa de hielo de cuatro kilómetros. Se trata, además, de una zona muy elevada cuyas temperaturas medias son de -55 °C. Por ello, perforarla no será fácil ni barato. «Harán falta importantes preguntas científicas para conseguir financiación. Ahora mismo necesitamos ir poco a poco. Una vez que procesemos los datos de los lagos Mercer y Whilland, daremos el próximo paso», ha dicho John Priscu.
Fuente: ABC
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