La forma de las huellas dactilares está relacionada con los genes responsables del desarrollo de las extremidades y no por el patrón de la piel. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado recientemente que podría ayudar a los científicos a comprender mejor la asociación entre genes y rasgos fenotípicos en humanos.
Antes del desarrollo de las técnicas moleculares, las huellas dactilares representaban la mejor forma de identificar a una persona. El patrón de dichas huellas, que puede ser en forma de arcos, de círculos o de espirales, es único para cada persona y no cambia durante toda la vida.
Pese a ser un rasgo tan característico, el origen de las huellas dactilares no ha sido completamente esclarecido. En la actualidad se sabe que las huellas dactilares empiezan a formarse en los dedos de las manos y los pies del feto a partir del tercer mes de embarazo y se piensa que su aparición podría ser una ventaja evolutiva para ayudar a agarrar objetos y a percibir texturas. No obstante, se desconoce cómo se forman los patrones concretos, o qué mecanismos biológicos o físicos pueden estar implicados.
Un estudio publicado recientemente aporta algo de luz sobre los factores que influyen en la formación de estas huellas. Los investigadores han analizado el genoma de más de 23.000 personas de distintos grupos étnicos divididos según las tres formas predominantes de las huellas dactilares y han encontrado que, al menos 43 regiones del genoma, que contienen 105 genes, podrían explicar sólo en parte, la variación de los patrones de las huellas dactilares. En base a este resultado, los autores de la investigación afirman que no es posible predecir la huella dactilar que tiene una persona a partir de su genoma. Sin embargo, estos científicos consideran que las regiones genómicas identificadas sí que resultan relevantes para los mecanismos que pueden estar implicados en la definición del patrón dactilar.
Una de las regiones genómicas más influyentes parece ser la que regula la expresión de un gen llamado EVI1, vinculado al desarrollo de las extremidades en el embrión. El EVI1 interviene en los patrones de crecimiento de las células y en la longitud de las extremidades y dígitos.
Para comprobar su hallazgo, el equipo de investigación modificó el ADN de ratones de modo que su expresión de EVI1 se redujera y vieron que los animales desarrollaban patrones cutáneos anormales en sus dedos, en comparación con ratones normales.
Otro resultado del estudio que destacan los investigadores es el hecho de que los patrones de las huellas dactilares están correlacionados genéticamente con las proporciones de la mano y los dedos. Por ejemplo, las personas con huellas dactilares en forma de espiral tienden a tener los dedos meñiques más largos, con respecto a la longitud de la mano, que las que no las tienen, una relación ligada a los genes involucrados en el desarrollo de las extremidades.
Los investigadores concluyen que no saben exactamente cómo los genes dan forma a los patrones de las huellas dactilares, pero que los datos obtenidos aportan evidencias de que los patrones de las huellas podrían estar determinados por la cantidad de fuerza del crecimiento que se pone en un tejido embrionario, llamado almohadillas volares, que juega un importante papel en la formación de los diferentes patrones de las huellas dactilares.
Los autores de este estudio planean también investigar la relación entre los patrones dermatoglíficos, como las huellas dactilares y ciertas enfermedades. Por ejemplo, los niños con síndrome de Down son más propensos a tener un único pliegue que atraviesa la palma de la mano.
Esta investigación forma parte del Proyecto Internacional del Fenoma Humano, dirigido por la Universidad de Fudan, en Shanghai, cuyo objetivo es trazar un mapa de la correlación entre los rasgos fenotípicos humanos.
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