Un grupo de científicos especializados en genética, han conseguido reconstruir con detalle, a partir de secuencias de ADN de hace más de 2.000 años, los rostros de tres antiguos hombres egipcios que vivieron en la comunidad de Abusir el Meleq, en la orilla occidental del Nilo. La antigüedad de las muestras se estima que se encuentra entre 2.023 y 2.797 años. Fueron procesadas por investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia de la Humanidad y la Universidad de Tubinga en Alemania, y los autores del análisis creen que se trata de la primera vez que se emplean técnicas avanzadas de predicción de los rasgos fenotípicos, en este caso físicos, con un ADN humano tan antiguo.
Los rostros de las momias se han recreado con una apariencia propia de unos 25 años, y creyendo que su complexión era de color marrón claro, sus ojos y su pelo oscuros y sin pecas. Además, el análisis de su ADN también ha permitido predecir que se trataba de individuos con ascendencia judía y raíces de Yemen, Marruecos y Túnez respectivamente. El estudio ha sido presentado por Parabon NanoLabs, empresa especializada en el fenotipado del ADN, que empleó tecnología punta y un artista forense.
Los individuos en cuestión vivieron en épocas distintas desde finales del Imperio Nuevo hasta el período romano del Antiguo Egipto, y han sido bautizados con códigos alfanuméricos: JK 2134, JK 2911 y JK 2888 , que se estima que vivió alrededor de los años 97 y 2. “A todos nos sorprendió y fascinó ver que el ADN no era más parecido al de los egipcios modernos”, explica Ellen McRae, directora de bioinformática de Parabon NanoLabs.De los tres rostros, solamente uno parecía egipcio, mientras que los otros dos compartían más ascendencia con los habitantes de Oriente Próximo que los egipcios actuales, debido a que recibieron una mezcla subsahariana adicional en tiempos más recientes y por ello tenían un alelo para la piel más clara. Para su reconstrucción, se obtuvieron datos brutos de las tres momias egipcias antiguas, disponibles en el Archivo Europeo de Nucleótidos (ENA), un repositorio abierto que proporciona acceso gratuito a datos de ADN . Después de ello, los secuenciaron y alinearon con el genoma humano de referencia y más tarde se realizó una reparación enzimática del daño en cada muestra.
El principal reto de este proceso, dice McRae, era que el ADN de los individuos era muy antiguo y se encontraba muy dañado por haber permanecido expuesto en el medio ambiente durante miles de años, e incluso después de eliminar las bacterias, todavía faltaban muchos datos de la secuencia. Sin embargo, el trabajo fue posible gracias a una herramienta muy avanzada denominada imputación de baja cobertura, tras la cual se aplicó el fenotipo de ADN instantáneo, diseñado para hacer frente a los datos que faltan en las muestras forenses más complejas y que consiguió predecir la ascendencia, la pigmentación y la morfología facial de cada momia.“Si podemos hacer esto con un ADN de hace 2.000 años, por supuesto que podemos hacerlo con uno de hace 50″, concluye McRae.
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