En el año 2000, el Proyecto Genoma Humano hizo público el primer borrador de la secuenciación del genoma humano, hoy leer o escribir ADN son tareas que se llevan a cabo con relativa facilidad. La manipulación génica de alimentos, plantas o microorganismos presenta ventajas, pero también plantea retos de la misma manera.
En el Centro Nacional de Biotecnología, Víctor de Lorenzo dirige el laboratorio que ha desarrollado junto a Natalio Krasnogor, de la Universidad de Newcastle, una técnica que utiliza "códigos de barras" para identificar células y así rastrear aquellos microorganismos que han sido modificados genéticamente.
De Lorenzo indica: “Lo que hacemos es insertar en el genoma del microorganismo una secuencia de nucleótidos que no tiene función biológica y que es única en la biosfera, de manera que se pueda acceder a través de este identificador a toda la información disponible sobre el organismo. Qué se ha modificado, cómo, cuándo y la autoría de quien lo ha hecho”.
Los organismos capaces de mitigar los problemas ambientales son muy valiosos, pero ha aumentado la preocupación social y la oposición ante los mismos. Según De Lorenzo, se ha intentado mitigar esta preocupación diseñando bacterias que activan un sistema de suicidio en caso de fallo; sin embargo, se ha visto que la propia evolución hace que los microorganismos acaben burlando estos márgenes y adaptándose a nuevos entornos.
“Lo que hemos propuesto con CellRepo es hacer de la necesidad virtud, y en lugar de empeñarnos en controlar una bacteria para que no se escape, le ponemos un sello gracias al cual podemos disponer de toda la información sobre esa bacteria en particular. Así, podemos saber qué habría que hacer en el caso de que no se encuentre donde debería”, resume De Lorenzo.
Desde el CNB-CSIC se ha desarrollado la técnica encargada de insertar el identificador en el genoma de los organismos, mientras que el equipo de Newcastle se ha encargado de liderar la parte computacional del proyecto. Estos "códigos de barras" no son otra cosa que secuencias de aquellas letras que conforman cualquier tipo de vida (A, C, G, T), desde bacterias y otros microorganismos hasta el propio ser humano. CellRepo abre un nuevo horizonte: aunque el repositorio solo incluye bacterias y levaduras, la intención de sus creadores es ampliar este catálogo incluyendo formas de vida más complejas.
Pese a tratarse de una idea que beneficia a los investigadores y ofrece tranquilidad a la población, CellRepo deberá enfrentarse a grandes retos para asentarse como una opción factible, tal como afirma Luis Serrano Pubull, director del Centro de Regulación Genómica de Barcelona y experto en biología sintética: “El problema es persuadir a los investigadores para que introduzcan el código de barras en sus organismos de forma generalizada. Si por ejemplo las revistas científicas ponen como requisito para publicar un estudio de este tipo hacer uso de esta tecnología, sin duda tendrá un gran impacto”. El futuro de CellRepo dependerá, en parte, de la estandarización del repositorio como un recurso necesario para hacer de la bioingeniería un área de investigación más justa y segura.
Fuentes: OTECH UAEH, CNNV
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