EL CEREBRO PUEDE REACTIVAR Y RECORDAD RESPUESTAS INMUNITARIAS

Los perros que oyen repetidamente una campana a la hora de comer generan una respuesta condicionada y salivan al escuchar el sonido de un simple tañido, según demostró el fisiólogo Iván Pávlov en la década de 1890. El cerebro de los animales aprende a asociar la campana con la comida y ordena a las glándulas salivales a reaccionar en consecuencia.

Más de un siglo después, en un artículo publicado en Cell, la neuroinmunóloga Asya Rolls, ha demostrado un tipo de condicionamiento similar en las respuestas del sistema inmunitario. Mediante técnicas genéticas de última generación, su equipo del Technion, en Haifa, identificó en ratones, neuronas del cerebro que se activaban cuando les inducían experimentalmente una inflamación en el abdomen. Posteriormente, demostraron que la nueva estimulación de esas neuronas volvía a desencadenar los mismos tipos de inflamación.

Kevin Tracey, neurocirujano y presidente de los Institutos Feinstein de Investigación Médica, en Manhasset (Nueva York), afirma que el concepto clásico de memoria inmunitaria puede representarse en las neuronas. Otros investigadores ya habían sugerido antes que el cerebro podía recordar y reproducir respuestas inmunitarias.

Décadas de investigación y experiencias cotidianas ofrecen ejemplos sorprendentes de la interacción entre la mente y el cuerpo. El médico estadounidense John Mackenzie observó cómo a una de sus pacientes le dolía la garganta y le costaba respirar al ver una rosa artificial, lo que indicaba que la simple creencia de que había polen, era suficiente para provocar sus síntomas de alergia. En la década de 1970, los científicos les administraron repetidamente un fármaco inmunodepresor a las ratas junto con un edulcorante sintético, la sacarina; finalmente, descubrieron que podían reducir la actividad inmunitaria de los animales solo con la sacarina.

En los últimos años, el laboratorio de Rolls ha comenzado a entender el modo en que los pensamientos y las emociones podrían influir en la salud física. En 2018, ella y sus colaboradores demostraron que, al estimular en ratones las neuronas de los centros cerebrales del placer, se desactivaba un subconjunto de células inmunitarias que suprimen las defensas del cuerpo; el crecimiento del tumor se frenó en esos animales. En un estudio, su equipo descubrió que la activación de ciertos nervios del colon impedía que las células inmunitarias de la sangre entraran en el tejido, lo que ofrecía un mecanismo de control cerebral sobre la inflamación local.

Dado que estos grupos de neuronas regulan la actividad inmunitaria con tanta precisión, Rolls no concebía que el cerebro pudiera intervenir sobre un sistema sin conocer su estado.

Su equipo se centró en la corteza insular. Tendría mucho sentido que el sistema inmunitario formara parte de esta información interoceptiva.

Las respuestas inmunitarias desencadenadas por la estimulación neural recordaban a las originales de la enfermedad. Las similitudes se extendieron al nivel molecular: en los ratones con peritonitis inducida, los leucocitos portadores de una proteína receptora específica se volvieron más abundantes en el revestimiento abdominal tanto en la inflamación original como en la evocada posteriormente.

Los investigadores también observaron el efecto contrario: cuando inhibían el conjunto inicial de neuronas activadas, los síntomas de la enfermedad de los animales no resultaban tan graves. Esto indica que, incluso durante la inflamación inducida químicamente, las señales del cerebro pueden ayudar a controlar su gravedad.

Los resultados del nuevo estudio también ponen en entredicho la visión descendente que tenemos sobre el funcionamiento del cerebro. La mayoría de la gente tiende a pensar que somos muy inteligentes, que decidimos lo que hay que hacer y luego ordenamos a nuestro cuerpo que lo haga, pero el sistema nervioso no funciona así. En lugar de ello, el cerebro recibe e integra la información sobre los cambios en el cuerpo, como una infección o fiebre, y da una respuesta en consecuencia.

El trabajo de Rolls demuestra que el cerebro es inseparable del sistema inmunitario.

Comentarios