El trabajo se basa en el estudio de los datos del captador volumétrico que se instaló en 1995 en la azotea de un hospital de Toledo. Desde entonces se han contabilizado una media de unos 52000 pólenes anuales, con un máximo en el año 2021 de 79000 y un mínimo de 23000 en el año 1995, coincidiendo con una importante marca de sequía que se vivió aquel año.
Según este estudio, el aumento de la temperatura ocasionado por el cambio climático, junto a los gases de efecto invernadero como el CO₂, actúan como fertilizante de las plantas, contribuyendo al incremento en la producción de pólenes. Este hecho está adelantando el periodo de polinización y retrasando su finalización, ampliando el periodo de exposición a los pólenes.Además, los contaminantes químicos actúan sobre las plantas y, como estas no se pueden desplazar, tienen que defenderse, y lo hacen modificando su metabolismo y produciendo nuevas proteínas, denominadas de stress que les permiten subsistir y que aumentan la agresividad de los pólenes. Según los datos recogidos por el captador volumétrico de pólenes a lo largo de los últimos 27 años, la mayoría procede de las cupresáceas, el olivo y las gramíneas. El 60 por ciento, un 16 por ciento en verano y un 3 por ciento en otoño.
Fuentes: ABC, El Norte de Castilla
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