Los subproductos de la microbiota intestinal circulan en el torrente sanguíneo y regulan los procesos fisiológicos del cuerpo, incluida la inmunidad, el metabolismo y la función cerebral.
Científicos de varias organizaciones francesas han descubierto que las neuronas del hipotálamo detectan directamente variaciones en la actividad bacteriana y adaptan el apetito y la temperatura corporal en consecuencia. Esto demuestra que existe un interrelación entre la microbiota intestinal y el cerebro.
Estos científicos han estudiado cómo las bacterias intestinales controlan directamente la actividad de ciertas neuronas en el cerebro. Para ello, se centraron en el receptor NOD2 (dominio de oligomerización de nucleótidos) que se encuentra en la mayoría de las células inmunitarias, ya que las variantes del gen que codifica el NOD2 están asociadas con trastornos digestivos, con enfermedades neurológicas y con trastornos del estado de ánimo.
Este receptor detecta la presencia de muropéptidos, que son los componentes básicos de la pared celular bacteriana. Usando técnicas de imagen cerebral, los científicos observaron que el receptor NOD2 en ratones se expresa en neuronas en diferentes regiones del cerebro, en particular, en el hipotálamo - que es la región del cerebro que gestiona funciones vitales como la temperatura corporal, la reproducción, el hambre y la sed -, de tal forma que la actividad eléctrica de estas neuronas se suprime cuando entran en contacto con los muropéptidos bacterianos del intestino. Como resultado, el cerebro pierde el control sobre la ingesta de alimentos y sobre la temperatura corporal. Por el contrario, si el receptor NOD2 está ausente, estas neuronas ya no son suprimidas por los muropéptidos.
Lo sorprendente de este estudio, según destacan los investigadores, es el hecho de que las neuronas perciben los muropéptidos bacterianos, cuando hasta ahora se pensaba que esta tarea la realizaban las células inmunitarias.
El impacto de los muropéptidos en las neuronas hipotalámicas y el metabolismo plantea el papel que éstos pueden jugar en otras funciones cerebrales y puede ayudarnos a comprender el vínculo entre ciertas enfermedades cerebrales y las variantes genéticas de NOD2. Este hallazgo podría conducir a nuevos enfoques terapéuticos para combatir trastornos metabólicos como la diabetes y la obesidad.
Fuentes: News.EsEuro, NoticiasDe,
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