NUESTRA FLORA INTESTINAL PUEDE VERSE ALTERADA POR MICROPLÁSTICOS

La contaminación de microplásticos es un problema global. Cada año acaban en el mar una media de unos 8 millones de toneladas de basura plástica. Una ingente cantidad de residuos que no solo contamina los océanos, sino que también acaba en el estómago de la fauna marina. El hecho es mucho más grave cuando se sabe que no solo afecta a las especies marinas, sino que llega hasta nuestro cuerpo. 

Un elevado porcentaje de estos plásticos acaba reduciéndose a trozos más pequeños, de menos de cinco milímetros, lo que se conoce como "microplástico", que pasan desapercibidos a simple vista, pero que se cuelan en nuestra dieta después de pasar por la cadena trófica de los animales con los que nos alimentamos.

Muchos de sus aditivos químicos podrían estar generando ya distintos problemas en organismos vivos, incluyendo el ser humano. Así lo demuestra un nuevo estudio que han llevado a cabo un grupo de investigadores del CSIC. Han comprobado que los microplásticos podrían estar deteriorando nuestro sistema digestivo, concretamente ejercen un efecto directo en la flora intestinal porque reducen la diversidad bacteriana de la microbiota del colon y alteran el equilibrio en los microorganismos presentes.

El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, ha demostrado que cuando ingerimos microplásticos PET (tereftalato de polietieno), microplástico asociado con la cadena alimentaria, disminuye la cantidad de bacterias beneficiosas para la salud y aumenta la cantidad de otros microbios dañinos. "Dada la posible exposición crónica a estas partículas a través de nuestra dieta, los resultados obtenidos plantean que su ingesta continuada podría alterar el equilibrio intestinal y, por tanto, la salud", explica Victoria Moreno, investigadora del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) del CSIC.

La investigación, en la que también han participado el Instituto de Catálisis y Petroleoquímica (ICP) y el Instituto de la Cerámica y el Vidrio (ICV) del CSIC, se trata del primer estudio que evalúa el impacto de la ingesta de microplásticos en el tracto digestivo y la microbiota intestinal humana. No obstante, y según las advertencias de los expertos, los resultados son preliminares y debe ampliarse el estudio para descubrir los efectos reales sobre la salud de los humanos. 

Podemos ingerir microplásticos de muchas maneras, tanto en alimentos como en bebidas. El pescado o los crustáceos son una fuente de estas partículas, también llegan a nosotros a través de alimentos procesados o por la misma agua. De promedio, los científicos sugieren que un ser humano ingiere entre 0,1 y 5 gramos de estas partículas cada semana. Un informe de la Universidad de Newcastle publicado en 2019 aseguraba que al año podemos llegar a consumir 250 gramos de plástico, lo que equivale a una pieza del tamaño de una tarjeta de crédito cada semana.

El estudio del CSIC también ha mostrado por primera vez que estos microplásticos pueden sufrir biotransformaciones a lo largo del tracto gastrointestinal y llegar al colon con una forma estructuralmente diferente a la original. "Todos estos mecanismos y factores observados, que apenas se están empezando a estudiar, contribuirán a averiguar si los microplásticos pueden permanecer en el cuerpo humano y acumularse potencialmente en algunos órganos y tejidos", alerta Victoria Moreno.

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