Las mascotas se han convertido en la actualidad en uno más de la familia, con los que compartimos prácticamente todo. De hecho, los españoles tenemos más de nueve millones de perros y casi seis millones de gatos registrados como mascota, según la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (Anfaac).
Las bacterias resistentes son uno de los principales retos a los que se enfrenta la salud pública. En la comunidad científica aumenta la preocupación debido al incremento de las bacterias resistentes, que parecen utilizar a los animales como reservorio. "Nuestros hallazgos verifican no solo que se comparten bacterias resistentes entre los animales de compañía y sus dueños, sino también los genes que generan las resistencias", explica Juliana Menezes, investigadora de la Universidad de Lisboa.
Entre 2018 y 2020, el 13% del total portaban bacterias resistentes a los antibióticos. Los científicos observaron que los genes que generan las resistencias a antibióticos en las heces de las mascotas coincidían con los genes que encontraron en las heces de los dueños. "A veces las bacterias pueden no compartirse, pero sus genes de resistencia, sí. Estos genes de resistencia se encuentran en fragmentos móviles de ADN, y esto significa que pueden transferirse entre diferentes poblaciones bacterianas en animales y personas", explica Menezes.
Recientemente, un grupo de científicos de Portugal y Reino Unido han descubierto que mascotas y dueños comparten, sin darse cuenta, bacterias resistentes a antibióticos. Los resultados se presentarán en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas de este año, que se celebrará en Lisboa del 23 al 26 de abril.
Algunas de las infecciones más peligrosas están generadas por cepas de bacterias que producen betalactamasa de espectro extendido, betalactamasa de tipo AmpC y carbapenemasas; todas ellas sustancias resistentes. Es por ello los científicos se pusieron manos a la obra para descubrir si estas bacterias eran extendidas por las mascotas.
Para realizar esta investigación, se estudiaron 41 hogares de Portugal —en los que había un total de 58 personas, 40 perros y 18 gatos— y 42 hogares en Reino Unido —con 56 personas sanas y 45 perros—.
De todos ellos se analizaron heces y se realizaron secuenciaciones genéticas para identificar las especies de bacterias en cada muestra y la presencia de genes que dan lugar a las resistencias a los medicamentos. También fueron secuenciadas las cepas relacionadas con las bacterias encontradas para confirmar el posible intercambio de ellas entre la mascota y su dueño.
Fuentes: Infosalus, El Español
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