La ELA es la tercera enfermedad neurodegenerativa más común, tras la demencia y el Parkinson, presentando una elevada tasa de mortalidad. Cada año aparecen, aproximadamente, entre 2 y 5 casos por cada 100.000 habitantes del mundo. Concretamente en España se realizan tres nuevos diagnósticos cada día. En esta enfermedad se produce una parálisis de músculos en las extremidades acabando afectando a todo el cuerpo, lo que llega a impedir la respiración. La causante de esto es la muerte progresiva de las neuronas responsables del movimiento.
En la actualidad no tiene tratamiento y se desconoce su causa. Sabemos que en el 10% de los casos es importante el componente genético, haciendo que la enfermedad aparezca en varios miembros de la familia. En casi la mitad de los casos de ELA familiar el origen está en un gen llamado C9ORF72. Lo que se trata de conocer es por qué las mutaciones en este gen destruyen las neuronas motoras.
Según Óscar Fernández-Capetillo, responsable del Grupo de Inestabilidad Genómica del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), se ha descubierto un mecanismo que explica la toxicidad que deriva de estas mutaciones. Este, que ha sido observado en modelo experimental, relaciona estas mutaciones con un problema general que bloquea al ADN y al ARN impidiendo multitud de procesos fundamentales en el funcionamiento de las células.
La respuesta parece estar en que los pacientes de ELA con esta mutación presentan una pequeña secuencia repetida de ADN que, en personas no enfermas suelen ser de unas 8-10 copias, y que en estos pacientes está expandida hasta ciento de veces. Esto se traduce se traduce en proteínas que generan unos pequeños péptidos que son tóxicos, un fenómeno que se ha observado en otros contextos de la naturaleza humana. Estas proteínas son muy ricas en el aminoácido arginina que por su carga positiva y naturaleza química se une a los ácidos nucleicos, evitando que las proteínas celulares interaccionen con estos impidiendo así cualquier reacción celular, acabando con su muerte.
A partir de esto, aunque abordar la neurodegeneración es complicado, se abren nuevas puertas hacia un posible acercamiento terapéutico de la ELA. El primer paso para empezar a buscar un tratamiento es entender qué es lo que no está funcionando bien. Además, este hallazgo no descarta la posibilidad de que otras mutaciones relacionadas con la ELA estén actuando de manera similar. La mayoría de las mutaciones halladas en pacientes de ELA son en proteínas que se unen a ácidos nucleicos. Las células de estos pacientes suelen presentar problemas muy generales con sus estos.
En estos momentos, los investigadores del CNIO describen en el trabajo dos aproximaciones piloto con estrategias que, al menos "in vitro", con neuronas en cultivo, son capaces reducir la toxicidad de estos péptidos. No constituyen una terapia, pero poco a poco se comienzan a desvelar los mecanismos moleculares de la neurodegeneración y de qué les ocurre a las neuronas.
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