Las sales minerales constituyen cerca del 4% de nuestra masa corporal, y en conjunto con otros nutrientes y sustancias son determinantes para que se lleven a cabo funciones vitales.
Las sales resultan un complemento necesario en la dieta de un deportista o simplemente una persona normal. Pero en relación a los deportistas sobre todo aquellos con alta demanda física como los fondistas. Estos, entrenan en condiciones en las que estas sustancias se hacen necesarias para una buena salud y rendimiento.
Un ejemplo, puede ser que un descenso en los niveles de sodio, potasio o magnesio puede provocar entre otras causas, calambre muscular. Hay que destacar que gran parte de los minerales son expulsados mediante el sudor. Por ello, a la hora de comenzar a hacer ejercicio hay que asegurarse que nuestro nivel hídrico y electrolítico sean correctos y además asegurarnos de beber agua (para estar hidratados) siendo necesario para rendir mejor. La mejor manera para consumir las sales es ingerirlas con la comida, porque así se mejora su absorción.
Aunque bien es cierto que existen pastillas que controlan el equilibrio de líquido y sales en el cuerpo, lo más recomendable es ingerir suplementos de forma natural. Aún así también es cierto que se pueden elegir suplementos con una cantidad de carbohidratos de bajo índice glucémico.
Gracias a ello, podemos reservar glucógeno (hepático) para utilizarlo cuando realmente se necesite. Ésta es un tipo de estrategia seguida que aumenta el rendimiento sobre todo en entrenamientos superiores a 2 horas.
Es importante destacar que una vez concluido el entrenamiento se ha de reponer las sales perdidas. Es necesario reponer el 150% del peso perdido durante la prueba en forma de agua en alrededor de las 6 horas posteriores.
Después del entrenamiento no es necesario recurrir a los suplementos en forma de sales, los que sí tendría sentido utilizar serían los que contienen dosis ergogénicas de proteínas y carbohidratos. Así, provocamos que el músculo se recupere y se adapte mejor al ejercicio.
Una idea es, en las comidas de antes y después del ejercicio, salar un poco los alimentos, también aumentando el consumo de agua (para mantener el balance hídrico).
Aún sabiendo todo esto, lo más recomendable es ir a un experto para que adapte las ingestas adecuadas según tu cuerpo y circunstancias, para que no se provoquen efectos negativos en tu organismo.
Fuentes: La vanguardia, Mejor con salud
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