LA FRUCTOSA Y SUS CONSECUENCIAS

Los estudios existentes, sobre el alto consumo de fructosa y de la incidencia que este hecho conlleva en el cuerpo humano, han sido objeto de una completa revisión por investigadores
chinos. Esta revisión ha conllevado una actualización sobre aspectos moleculares y celulares del metabolismo de la fructosa y el papel que juega en el desarrollo de diferentes enfermedades.

El estilo de vida actual se caracteriza por la sustitución de la comida convencional por la denominada “rápida”, es decir, déficit de nutrientes esenciales y de fibra y alto contenido en
azúcares agregados. Esta dieta unida al sedentarismo ha provocado desajustes metabólicos y
está suponiendo grave riesgo para la salud.

El azúcar refinado que consumimos (glucosa más fructosa) es adictivo, y pese a que ya está
demostrado que el consumo de fructosa, incluso en rangos normales, puede resultar perjudicial
para el cuerpo humano, no se ha llegado a entender hasta ahora la incidencia de este hecho.
La fructosa aporta las mismas calorías que la glucosa, sin embargo, tiene el doble de poder
endulzante, lo que ha llevado a las empresas alimentarias al abuso de su utilización, ya que con
mucha menos cantidad se endulza lo mismo. 

Actualmente, existe una gran regulación en este sentido, tanto desde el punto de vista publicitario como del etiquetado de los productos. Las investigaciones han explicado el metabolismo de la fructosa, una vez que es absorbida por las células del intestino, los transportadores GLUT5 Y GLUT2 favorecen esta absorción, demostrando que un déficit de GLUT5 puede provocar una mala absorción y disfunción
intestinal. De hecho, es un posible fármaco para ciertas enfermedades aducidas por la fructosa.

Una vez entra en circulación, sus niveles en sangre, son mantenidos a raya por el riñón y el hígado. En estos órganos se redirige para la producción de glucosa, a través de la
“gluconeogénesis”, esta reacción requiere la descomposición de “ATP” principal fuente de
energía de las células, por lo que si se consume mucha fructosa puede dar lugar a un agotamiento de ATP, lo que conllevaría a una acumulación de ácido úrico en la sangre y en las articulaciones, y, por tanto, el desarrollo de enfermedades, como la gota. Además, un aumento de fructosa puede incrementar el colesterol y la grasa abdominal, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

En el estudio se ha puesto de manifiesto que una proteína llamada ChREBP, es esencial para
la absorción y eliminación de la fructosa. Sin embargo, los mecanismos que regulan la
activación de esta proteína en respuesta a la estimulación con fructosa siguen siendo
desconocidos.

Precisamente, el llegar a comprender el mecanismo regulador bioquímico de la proteína
ChREBP, formará parte de los esfuerzos para lograr mejorar la salud y poder trasladar las
recomendaciones clínicas sobre su ingesta.




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