HOMBRE DE 23.000 AÑOS REVOLUCIONA LA GENÉTICA

Dos dientes de un individuo masculino de hace 23.000 años hallados en la cueva del Malalmuerzo
acaban de propinar una sacudida a la historia genética de los antiguos europeos. Su análisis en el laboratorio ha permitido obtener el genoma más antiguo de un habitante de Iberia durante el Paleolítico Superior. Estos resultados no solo han confirmado que la Península Ibérica fue un refugio para las poblaciones prehistóricas durante el Último Máximo Glacial, el periodo más desarrollado de la Edad del Hielo, sino que han desvelado también una conexión y continuidad genética entre los grupos anteriores y posteriores a este evento climático que no se registra en otros lugares.

La investigación del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, publicada en la revista Nature Ecology & Evolution, que ha logrado dibujar la ancestralidad de este hombre enmarcado en la cultura solutrense. Una de las principales conclusiones es que este linaje contribuyó a los individuos del Magdaleniense, lo que muestra una continuidad genética en Europa occidental a pesar de los efectos dramáticos del Último Máximo Glacial.

El individuo de Malalmuerzo es el link genético entre las primeras poblaciones de humanos modernos que se desplazaron muy temprano al oeste del continente y allí sobrevivieron pese a la glaciación.

Se descubrió que las poblaciones de las diferentes regiones asociadas con el Gravetiense se extendieron por Europa entre hace 32.000 y 24.000 años, no estaban relacionadas. Los análisis de ADN de seis individuos documentados en las cuevas de Goyet, han diferenciado dos grupos principales que usaban una misma tecnología. Compartían cultura arqueológica y producían arte similar, pero poseían unos ancestros distintos. Sus descendientes, relacionados con las culturas solutrense y magdaleniense, permanecieron en esa zona del continente durante el periodo de más frío y luego se expandieron hacia el noreste. 

Los genomas analizados muestran que los descendientes de estos habitantes epigravetienses de la Península Itálica se expandieron por el resto de Europa hace unos 14.000 años, reemplazando a las poblaciones de la cultura magdaleniense

Los hallazgos muestran que no hubo intercambio genético entre las poblaciones contemporáneas de cazadores-recolectores en Europa occidental y oriental durante más de 6.000 años; estas interacciones solo se vuelven a detectar hace unos 8.000 años, cuando la agricultura y el sedentarismo empezaron a expandirse desde Anatolia. En ese momento, los cazadores-recolectores con distintas ascendencias y apariencias comenzaron a mezclarse entre sí.

En la Península Ibérica, continúa predominando como representante el individuo de Malalmuerzo hasta el Neolítico, y la aparición de individuos procedentes de Oriente Próximo como un nuevo ancestro.


Fuente: EL ESPAÑOL

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