LOS PERROS CALLEJEROS SON DISTINTOS

Un estudio ha analizado los genes de los perros que hay cerca de la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania y muestra que estos son diferentes. 

Un estudio realizado a más de 300 caninos asilvestrados indica que la afinidad genética cambia según aumenta la distancia con el reactor número 4, que estalló en 1986.

Estas diferencias podrían no tener nada que ver con esta causa, de hecho la zona está siendo testigo de una brutal explosión de vida salvaje.

El reactor número 4 de la central, Vladímir Ilich Lenin, sufrió el mayor accidente nuclear de la historia. Durante días se quemaron y liberaron a la atmósfera grandes cantidades de material radioactivo. Semanas después, se creó la zona de exclusión de Chernóbil, evacuando a todos los habitantes. Dentro del programa de contención, el Ministerio del Interior de Ucrania, ordenó sacrificar a todas las mascotas, pero algunos perros lograron escapar.

En la actualidad, según el censo de la Iniciativa para la Investigación de los Perros de Chernóbil, hay más de 800 caninos asilvestrados en la zona. Tomaron muestras sanguíneas de 302 ejemplares (casi la mitad vive en torno a la central y Prípiat), otros 102 son de la propia Chernóbil y los 16 restantes deambulaban por Slavútich.

La sangre de las muestras les permitió realizar un mapa de similitud genética. Los resultados de este trabajo, publicados en la revista Science Advances, indican que estos perros son genéticamente diferentes a otros perros de varios países. Este estudio va mucho más lejos, los animales del estudio se agrupan en tres grandes poblaciones desde el punto de vista genético y la pertenencia a un grupo u otro depende de la distancia de la central. Esto sugiere que la exposición a la radiación pudo haber afectado a unos genes más que a otros, pero no hay datos de que esto haya sucedido.

Siendo muy dependiente de la dosis y el tiempo de exposición, la radiación ionizante provoca estrés oxidativo, daño celular y en el ADN. Los autores de este trabajo no han publicado ningún dato sobre alteraciones en los perros.

Tras el desastre de 1986, la zona de exclusión se ha convertido casi en un paraíso sobre la tierra. La flora y la fauna han medrado en toda la zona en torno a la central. Un trabajo publicado en 2015 mostraba que la presencia de grandes mamíferos se redujo en los primeros años tras el accidente, pero se recuperaron enseguida. Muchos estudios demuestran que muchos organismos que viven en las regiones más radioactivas de la zona de exclusión presentan lesiones graves de muchos tipos. 

''Lo que está claro para mí es que, en ausencia de la presión humana, la vida silvestre prospera a pesar de la influencia potencial de la radiación crónica de bajo nivel'', dice Smith.

Fuente: EL PAÍS

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