NUEVA ARMA EXPERIMENTAL CONTRA EL CÁNCER

Emily Whitehead, Doug Olson o Joan Gel sufrieron todos tumores de la sangre que han superado, gracias a las terapias experimentales con CAR-T. Este tratamiento basado en un autotransplante de células inmunes está consiguiendo remisiones totales en un elevado número de pacientes.

La ciencia está dando un paso más en estos tratamientos, conocidos como terapias celulares. Hasta ahora los CAR-T han llegado a un pequeño número de enfermos, en parte porque hay que usar células extraída de cada paciente, modificarlas genéticamente para que aprendan a aniquilar su tumor y volverlas a infundir al mismo paciente, y no a ningún otro, pues el rechazo podría ser mortal. La nueva meta es lograr tratamientos similares que se puedan aplicar a cualquier enfermo sin miedo a efectos secundarios.

Los pioneros de estas terapias se reunieron en un simposio organizado por la Fundación Ramón Areces de Madrid para compartir sus últimos avances. La conclusión fue que es posible generalizar estas terapias. Algunos de estos tratamientos contra tumores de muy mal pronóstico podrían esta disponibles en pocos años.

La oncóloga alemana Evelyn Ullrich, del Hospital Universitario de Fráncfort, está desarrollando una nueva generación de CART-T. El nombre hace referencia a las siglas inglesas de linfocito T con receptores quiméricos para antígenos. Los linfocitos T son células del sistema inmune altamente especializadas en detectar y eliminar infecciones. La modificación genética de CAR les permite además identificar las moléculas que caracterizan a un tumor, llamados antígenos, y eliminarlos. Pero en muchas ocasiones los tumores cortan todas las señales moleculares que podrían alertar a los linfocitos, por lo que el cáncer puede avanzar sin ser detectado.

Esta oncóloga trabaja con otro tipo de células del sistema inmune, llamadas asesinas naturales, NK. Estas células forman la primera línea de defensa del sistema inmune y son los primeros efectivos en llegar al lugar de una emergencia. 

El equipo de Evelyn Ullrich ha creado líneas de asesinas naturales modificadas genéticamente para detectar las moléculas que identifican el tumor, y como receptores que aumentan su efectividad. Estas células se pueden trasplantar de forma alogénica, es decir, de un donante a un receptor distinto, sin problemas de rechazo. Estos tratamientos se están probando en ensayos clínicos con pacientes que sufren cáncer hematológico. Ullrich opina que es posible que sea una terapia aprobada en unos tres años.

Ornid Veiseh, ingeniero de la Universidad Rice (EEUU) también desarrolla nuevas aplicaciones oncológicas con moléculas naturales como proteínas, enzimas o anticuerpos que se fabrican en células cultivadas en laboratorios dentro de grandes biorreactores. Luego se inyecta directamente el producto en el torrente sanguíneo. 

Viseh se está centrando en mujeres con cáncer de ovario de muy mal pronóstico. La táctica es crear células sintéticas cuyo genoma se ha modificado para fabricar citocinas, una molécula inflamatoria que alerta al resto del sistema inmune y lo dirige hacia donde lo necesita. El chasis de estas factorías de citocinas son células extraídas de la retina del ojo de un solo paciente anónimo. La ventaja es que se puede usar de forma generalizada sin miedo al rechazo. 

Estas células van recubiertas de un hidrogel que permite que entren oxígeno y nutrientes y que salgan las citocinas justo en el punto donde está el tumor, por lo que la toxicidad del tratamiento se reduce.

 “Queremos ver si este principio funciona en estas mujeres con cáncer de ovario que no respondieron a los tratamientos convencionales y cuya esperanza de vida no supera el año”. Si lo hace pasaremos a otros tumores de mal pronóstico, añade Viseh.

 La oncóloga Elena Garralda, directora de la Unidad de Investigación de Terapia Molecular del Cáncer del Hospital Vall d´Hebrón de Barcelona, desarrolla este tipo de terapias en España. Al menos otros dos hospitales, el Clinic de Barcelona y el infantil Niño Jesús de Madrid, están realizando tratamientos similares.

Fuentes: El País, La Nación

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