El accidente nuclear en Chernóbil de 1986 generó una catástrofe de tales dimensiones que no solo supuso la evacuación de más de cien mil personas, sino también el sacrificio de las mascotas que fueron abandonadas en la llamada zona de exclusión.
Hubo perros, sin embargo, que se libraron de este final y en la actualidad hay numerosos descendientes de aquellos animales. Como sabemos, lejos de haberse convertido en un páramo de tonos ocres incompatible con la vida, esta zona de exclusión ha vivido una explosión abundante de fauna y flora.
Los científicos utilizaron muestras de sangre recolectadas entre 2017 y 2019 de perros que, en teoría, deberían haber recibido diferentes niveles de radiación debido a su ubicación: los alrededores de la central, la ciudad de Chernóbil, que está a 15 kilómetros, y Slavutych, situada a 45 kilómetros. Según explican en su trabajo, identifican 15 estructuras genéticas exclusivas de estas poblaciones en comparación con el resto de perros del mundo y, además, habría significativas variaciones genómicas dentro de las diferentes ubicaciones geográficas que han analizado.
Entre otros datos, el estudio recoge que la esperanza de vida de estos perros es de unos 4 años, con una tasa de mortalidad del 60% en el primer año, pese a que se benefician de la presencia humana en la zona y reciben comida, agua y atención veterinaria. Hay más de 800 perros en la zona de exclusión en el presente, tal como señalan desde La Iniciativa de Investigación de los Perros de Chernóbil, creada en 2017 como respuesta al aumento sustancial de la población canina.
Fuentes: El Confidencial, 20 minutos.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por comentar. Te rogamos que seas preciso y educado en tus comentarios.