Uno de los órganos del que menos sabemos es nuestro cerebro. Su funcionamiento sigue siendo un misterio aunque cada día sabemos más. Desde el punto de vista estructural sabemos es que está formado por miles de millones de neuronas interconectadas en sí mediante sinapsis. Desde el punto de vista funcional sabemos que la información/estímulos viaja por las neuronas y atraviesa las sinapsis, para lo cual se necesitan neurotranmisores químicos.
La forma en la que se estructuran estas sinapsis y su funcionamiento (actividad neuronal) es el origen de muchos trastornos neurológicos.
A día de hoy podemos influir en la actividad neuronal de varias formas siendo la más habitual el uso de fármacos que alteran los niveles de los neurotransmisores. Otra forma es estimular de forma directa ciertas zonas del cerebro para activar o inhibir neuronas.
Otra posibilidad, la más novedosa, es usar la luz. Para ello se modifican genéticamente las neuronas para expresar ciertas proteínas y enzimas. Investigadores del Instituto de Ciencias Fotónicas han desarrollado un método para conectar neuronas usando luciferasas (unas enzimas que emiten luz) y canales fotosensibles.
Se ha probado satisfactoriamente en gusanos modificados genéticamente. El siguiente paso es mejorar la ingeniería de las enzimas bioluminiscentes y los canales iónicos para, quien sabe cuándo, poderlo aplicar a seres humanos.
La forma en la que se estructuran estas sinapsis y su funcionamiento (actividad neuronal) es el origen de muchos trastornos neurológicos.
A día de hoy podemos influir en la actividad neuronal de varias formas siendo la más habitual el uso de fármacos que alteran los niveles de los neurotransmisores. Otra forma es estimular de forma directa ciertas zonas del cerebro para activar o inhibir neuronas.
Otra posibilidad, la más novedosa, es usar la luz. Para ello se modifican genéticamente las neuronas para expresar ciertas proteínas y enzimas. Investigadores del Instituto de Ciencias Fotónicas han desarrollado un método para conectar neuronas usando luciferasas (unas enzimas que emiten luz) y canales fotosensibles.
Se ha probado satisfactoriamente en gusanos modificados genéticamente. El siguiente paso es mejorar la ingeniería de las enzimas bioluminiscentes y los canales iónicos para, quien sabe cuándo, poderlo aplicar a seres humanos.
Fuentes: DICYT, Agencia Sinc
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