Hasta ahora, las sospechas de que la microbiota y la depresión podían estar relacionadas se basaban en experimentos en los que la transferencia de microbiota intestinal de pacientes humanos deprimidos a ratas libres de gérmenes inducía conductas depresivas en los animales receptores. Por otro lado, había estudios que mostraban que el consumo de prebióticos y probióticos podía afectar al estado de ánimo y a la ansiedad en humanos.
Sin embargo, la mayoría de los experimentos se basaban en animales de experimentación, libre de gérmenes o bajo tratamientos con antibióticos o modificados genéticamente. Además, los estudios en humanos eran escasos y con un número de muestras muy reducido, poco representativos. Faltaban ensayos clínicos bien controlados, y resultados robustos y repetidos.
Sin embargo, la mayoría de los experimentos se basaban en animales de experimentación, libre de gérmenes o bajo tratamientos con antibióticos o modificados genéticamente. Además, los estudios en humanos eran escasos y con un número de muestras muy reducido, poco representativos. Faltaban ensayos clínicos bien controlados, y resultados robustos y repetidos.
Dos estudios realizados en Países Bajos y publicados en la revista «Nature Communications» han encontrado características específicas en la microbiota de personas con depresión, incluyendo poblaciones de diferentes etnias y hábitos.
Los hallazgos identifican bacterias intestinales específicas que están involucradas en la síntesis de mensajeros químicos clave relacionados con la depresión y las diferencias asociadas entre etnias.
Se cree que el microbioma intestinal, es decir, el conjunto de bacterias que viven en el intestino, desempeña un papel en los trastornos depresivos, pero los mecanismos biológicos subyacentes están poco estudiados.
Además, se sabe que tanto el microbioma como los niveles de síntomas depresivos varían sustancialmente entre los grupos étnicos.
Por lo tanto, cualquier intervención futura para la depresión dirigida al microbioma requiere una comprensión de las asociaciones microbioma-depresión entre etnias. Al vincular los datos de la microbiota con datos demográficos, conductuales y de depresión, los autores identificaron una firma microbiana predictiva de los síntomas depresivos que era, en gran medida, invariable entre los grupos étnicos estudiados.
Pero ¿qué tiene que ver la microbiota intestinal con la depresión? Aunque los mecanismos biológicos subyacentes no han sido aún suficientemente estudiados, se sabe que muchas de estas bacterias están involucradas en la síntesis de glutamato, butirato, serotonina y ácido gamma aminobutírico (GABA), que son neurotransmisores claves en la depresión.
El glutamato es un neurotransmisor excitador y el butirato ha demostrado ser antidepresivo. La serotonina puede ser el neurotransmisor clave del eje intestino-cerebro y GABA es el principal neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central que contrarresta la acción del glutamato.
Los niveles bajos de GABA están relacionados con la depresión y trastornos del estado de ánimo. Los estudios en animales muestran que la microbiota intestinal puede alterar la actividad de estos neurotransmisores en el cerebro a través del nervio vago. Quizá la producción de neurotransmisores por la microbiota intestinal puede alterar la química cerebral y, por lo tanto, influir en el estado de ánimo y el comportamiento.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que estos estudios se basan en datos de secuenciación del ADN de las heces para conocer la composición de las bacterias, y que a partir de ese dato se infiere la función que podrían tener esas bacterias.
Fuentes: The Conversation, ABC.
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