Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) más de mil millones de personas en el mundo son obesas, con una tendencia al alza. Esta obesidad provoca problemas de salud como diabetes, enfermedades cardiovasculares e hipertensión, entre otras.
Conocer cómo se llega a la obesidad es importante de cara a evitar todos estos problemas de salud y para ello debemos saber cómo actúa nuestro cuerpo en relación a la ingesta de alimentos.
La grelina es un péptido de 28 aminoácidos que se segrega, generalmente, en el estómago y que estimula el apetito. Se suele segregar en situaciones de ayuno y se deja de segregar tras la ingesta de alimentos. Su papel es importante en el control de balance energético y el peso corporal, aunque actualmente se siguen estudiando los mecanismos responsables de sus efectos.
Por otra parte, los adipocitos son las células que conforman el tejido adiposo o grasa corporal. Estas células secretan una proteína llamada leptina que es una de las principales hormonas que regula el apetito. Tras descubrirla en la década de 1990 se pasó a considerar el tejido adiposo como un órgano endocrino (secretor de hormonas a la sangre).
En condiciones normales, la leptina pasa la barrera hematoencefálica actuando sobre el sistema nervioso central inhibiendo la ingesta al producir sensación de saciedad. Es decir, cuando tenemos necesidad de comer (la grelina nos impulsa a ello) el nivel de leptina en sangre aumenta indicándole al sistema nervioso central el nivel de saciedad que tenemos.
En las personas obesas el nivel de leptina supera el de las personas no obesas lo que parece contradictorio al producir mayor sensación de saciedad.
Una sustancia llamada succinato sería el siguiente eslabón de la cadena en todo este proceso y es quien debería activar los mecanismos que nos lleven a estar saciados. En un reciente estudio (publicado en la revista Cell Metabolism) se ha descubierto que en las personas obesas el succinato no “responde” al aumento del nivel de leptina. Lo importante es que este estudio abre la puerta a nuevas terapias contra la obesidad.
Conocer cómo se llega a la obesidad es importante de cara a evitar todos estos problemas de salud y para ello debemos saber cómo actúa nuestro cuerpo en relación a la ingesta de alimentos.
La grelina es un péptido de 28 aminoácidos que se segrega, generalmente, en el estómago y que estimula el apetito. Se suele segregar en situaciones de ayuno y se deja de segregar tras la ingesta de alimentos. Su papel es importante en el control de balance energético y el peso corporal, aunque actualmente se siguen estudiando los mecanismos responsables de sus efectos.
Por otra parte, los adipocitos son las células que conforman el tejido adiposo o grasa corporal. Estas células secretan una proteína llamada leptina que es una de las principales hormonas que regula el apetito. Tras descubrirla en la década de 1990 se pasó a considerar el tejido adiposo como un órgano endocrino (secretor de hormonas a la sangre).
En condiciones normales, la leptina pasa la barrera hematoencefálica actuando sobre el sistema nervioso central inhibiendo la ingesta al producir sensación de saciedad. Es decir, cuando tenemos necesidad de comer (la grelina nos impulsa a ello) el nivel de leptina en sangre aumenta indicándole al sistema nervioso central el nivel de saciedad que tenemos.
En las personas obesas el nivel de leptina supera el de las personas no obesas lo que parece contradictorio al producir mayor sensación de saciedad.
Una sustancia llamada succinato sería el siguiente eslabón de la cadena en todo este proceso y es quien debería activar los mecanismos que nos lleven a estar saciados. En un reciente estudio (publicado en la revista Cell Metabolism) se ha descubierto que en las personas obesas el succinato no “responde” al aumento del nivel de leptina. Lo importante es que este estudio abre la puerta a nuevas terapias contra la obesidad.
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