Esta es la primera vez en la que se demuestra que dichas agrupaciones de las bacterias de la tuberculosis pueden llegar a originar unos efectos mecánicos muy peculiares.
Jesús Pérez Gil, uno de los artífices del estudio y catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular, ha reconocido lo siguiente: “Esas agrupaciones con una forma tan característica de “cuerdas”, cuya conexión con la virulencia de las cepas era clara, sean capaces de generar “fuerza” de forma colectiva y que eso se aproveche en beneficio de mayor supervivencia frente a los sistemas de defensa del huésped, supone un giro de guion inesperado”.
Definir nuevas dianas sobre las que enfocar la búsqueda de medicamentos para combatir la tuberculosis, según el Dr. Vivek Thacker, que ha liderado el estudio.
El investigador de la UCM, señala también que pueden buscar fármacos que dificulten o impidan la síntesis de los lípidos que dan lugar a las cuerdas, o que obstaculicen las interacciones entre células que las organizan y las que originan los efectos supresores de los sistemas de defensa, que de otra forma dispararían las células que las bacterias parasitan. También abre la puerta a buscar los mismos efectos en otros microorganismos patógenos.
Con este estudio, se pone de manifiesto el papel tan importante que juegan los lípidos envolventes del exterior de las cuerdas que forman estas bacterias, como en la capacidad que estos tienen para general fuerza y de introducirse por las uniones intercelulares.Fuentes: Infosalus, Universidad Complutense de Madrid.
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